UN CUENTO CHINO



La filosofía del absurdo y el principio de la razón: notas a propósito de "Un cuento chino":
En algún lugar de China:
En la pantalla se proyecta un hermoso paisaje de China, la cámara se acerca a una canoa donde dos amantes festejan una ocasión especial. Hablan entre ellos y ninguna traducción se proyecta en la parte inferior de la imagen, pero eso no importa, porque la escena es humana y lo humano no requiere traducción si es visto por humanos.
El hombre se aleja un poco hacia la proa, haciéndole señas a su amante de que va a revelarle la sorpresa, estira un brazo y alcanza un estuche rojo de terciopelo con dos anillos de compromiso.
Cuando se da vuelta, una vaca cae desde el cielo y la popa de la canoa desaparece. La mujer muere, instantáneamente.


En algún lugar de Buenos Aires:
Un hombre malhumorado cuenta una y otra vez tornillos y clavos para cerciorarse de que no le hayan traído de menos, y siempre protesta cuando descubre lo contrario.
El hombre colecciona noticias absurdas para demostrar(se) que la vida no tiene sentido. Siempre cena solo y se acuesta justo a las 23 hs, espera hasta último momento para apagar el velador en punto. Parece que su vida se hubiese detenido en algún momento de su pasado y no pudiese seguir adelante.
Si le preguntáramos a Albert Camus: ¿Por qué no se suicida? Nos respondería, con seguridad: Porque es un hombre rebelde.
Pero, ¿qué es un hombre rebelde según Camus?
Un hombre rebelde es aquel que se encuentre en todo momento frente al mundo. Para ello es necesaria una ética de la cantidad, es decir, que se acumule el mayor número de experiencias. Y nuestro protagonista, Roberto, el ferretero, lo hacía. No ya participando de la vida con “eterna vivacidad”, sino recortando prolijamente noticias absurdas del diario, noticias que le demuestren la absurdidad de la vida, para intentar convivir con ella.
Roberto sería, así, el representante del héroe absurdo definitivo que se acerca a Sísifo.
La piedra es su propia vida.
Recién llegado a Buenos Aires y gracias a una vaca caída del cielo (que no era cubana), Jun, será el representante del principio de razón, inaugurado por Descartes, donde todo lo que nos ocurre tiene una razón de ser.
Así, Camus y Descartes se cruzan en la Costanera y comienzan un recorrido donde el occidental aprenderá del oriental, como corresponde a la tradición.
El espectador avezado entenderá, más tarde, que la vaca es el desencadenante de una serie de hechos que, siguiendo la lógica de la película, al principio se perciben como tragedia pero pronto se tornan una bendición: triunfo del racionalismo sobre el existencialismo.
Gracias a la vaca, que desencadena el viaje de Jun a Buenos Aires y que permite su encuentro con Roberto, el protagonista deja ir al pasado, comprende que todo tiene su razón de ser y se aleja del monte, abandonando la piedra.
Camus se hubiera ido de la sala a las puteadas, yo, como odio el absurdo, pinché mi entrada de cine en el corcho de casa, con cierta reverencia.

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